sábado, 24 de marzo de 2012

Enseñando valores par ser valorado

Escritores de la libertad (Freedom writers)


Una experiencia educativa real con un grupo de estudiantes imposibles que al principio no se soportaban entre sí y se convirtieron, gracias a una profesora, en una gran familia que les proporcionaba a cada uno de ellos apoyo y sentido de la identidad. Esta familia, a los que en principio sólo unía su falta de futuro, empezaron a llamarse con orgullo a sí mismos los Escritores de la Libertad.

Pensando en la educación de los adolescentes que viven situaciones muy difíciles, tanto personales como familiares y sociales en cualquier lugar del mundo, me atrevo a recomendar a los lectores de este blog, la siguiente película:





Escritores de la libertad está basada en una historia real que transcurre en Long Beach, en el Rodney King, el high school Wilson .El instituto se encuentra en una zona mayoritariamente próspera, pero los alumnos asignados al aula 203 son los clasificados como casos perdidos, imposibles de enseñar; un grupo de ‘intocables’ que deben superar todo tipo de circunstancias:pobreza, mala educación, historial criminal, drogadicción, padres en la cárcel, y dependencia de pandilleros.

La misma Enrin Gruwell cuenta: “Son los chicos los que se segregan entre sí al llegar al instituto. Crean territorios en función de la raza, la pandilla, el lado de la calle en el que viven o el autobús en el que han venido a clase. Era desolador contemplar la clase y ver cómo eran ellos mismos los que creaban la separación” y comprende que tendrá que enfocar sus clases de un modo poco convencional. Un día intercepta una caricatura racista (un retrato de un estudiante afroamericano con labios y nariz exageradamente acentuados) y por primera vez pierde la compostura ante sus alumnos. Ofendida por el dibujo, Erin lo compara con las caricaturas de los judíos hechas por los nazis como forma de generar el odio racial que justificó el Holocausto. Luego se da cuenta de que pocos de sus alumnos saben lo que fue el Holocausto y comprende que tiene que encontrar una forma nueva de plantear sus clases para llegar a los chicos. “No sabían lo que era el Holocausto. Traté de explicarles el paralelo que existía entre la discriminación y el dolor, pero no entendían estos términos. Todos ellos habían sufrido discriminación pero no lo entendían cuando lo veían expresado con palabras. Empecé a gritarles, perdí el control por primera vez. Ya no era una persona simpática y animosa. Al verme tan airada, tan llena de pasión, me miraron y empezaron a pensar que iba en serio.”